jueves, 26 de enero de 2012

VIVIR JUNTOS

Domingo en la tarde, buscando algo que ver en la televisión encontré la película Viviendo con mi Ex, recordaba haberla visto pero no bien la trama, así que deje el control a un lado y me acomode en mi cama.
La reseña dice así, para que la recuerden: “Vince Vaughn y Jennifer Aniston interpretan a Gary y Brooke, una pareja que permite que una discusión aparentemente insignificante se convierta en algo fuera de control y que súbitamente se encuentran –después de dos años juntos– frente a la decisión de amar o perder.

Siguiendo las opiniones bien intencionadas –pero generalmente despistadas- de su colección de consejeros, Gary y Brooke viven una serie de experiencias diseñadas ya sea para alejar a la otra media naranja o recuperarla. En esta comedia jocosa y sorprendentemente tierna, ellos llegan a comprender que, en cosas del corazón, el que gana no es el que queda de pie después del combate sino el que sabe cuando quitarse los guantes”.

La trama es muy divertida, la primera parte, muestra lo que es la vida en pareja, como es buena y divertida para los dos y como, juntos, van logrando lo que se proponen en sus proyectos personales, no por eso excluyendo a su pareja de esos planes; al contrario, tiene su grupo de amigos, salen a jugar boliche con su equipo, al cine, llegan a su casa para prepara la cena, platican, ven tele juntos, quien tenga la suerte de vivirlo sabe lo bueno que es. (Alejandra, gracias por la plática)

Después, como dice la reseña, comienzan a darse cuenta de que se están dejando llevar por la rutina, “la están regando”, están perdiendo a la persona con la que decidieron vivir y los detalles empiezan a pesar.

La escena que mas me llamo la atención fue cuando Brooke, después de que ya deciden separarse, hace el último intento por regresar con Gary, así que compra los boletos para el concierto que habían planeado ir antes de que comenzara todo esto de la separación. Cuando regresa del trabajo le comenta que tiene los boletos por si aun está dispuesto a ir, Gary sorprendido le contesta que sí.

Llega el día y ella muy emocionada se arregla, como si fuera su primera cita, lo espera, le compra su refresco favorito y entra al concierto. Empieza a voltear para todos lados y nada, comienza la música. La escena termina con ella saliendo del concierto triste, decepcionada y pensando mil cosas. El nunca llego.

Al abrir la puerta del departamento ahí está el, lo primero que le dice es que lo disculpe pero que no sabía que pensar de la invitación. Ella solo le pide que la deje sola y se mete a la recamara. Gary la sigue, pero Brooke solo le pide que la deje sola porque está llorando y no quiere que la vea así. El insiste para que le diga que pasa, es hombre no entiende nada la actitud que toma ella ante una situación que él considera simple.

La siguiente parte es lo que los hombres no saben entender: Brooke está llorando y Gary le pide que le explique. Ella voltea llorando y le contesta: “me canse de ceder, de hacer lo que a ti te gusta, de que si algo que a mí me gusta y a ti no, entonces no se hace, de tener detalles que no aprecias, de que no agradezcas nada de lo que hago por ti, de que no sepas valorar que muchas veces dejo de hacer mis cosas por atender las tuyas”. El se queda asombrado y sin palabras.

Cuando por fin le contesta Gary dice: “es que no me dices, no soy adivino” (a alguien le suena esa respuesta), y continua: “porque no me lo dices, no me hablas”. Brooke solo atina a decirle que no se trata de eso, no puede andar anunciando cada vez que le compra su dulces favoritos, cada vez que ella deja de ir a algún lado porque el necesita que vaya a otro lado para comprar cosas que él necesita.

Al final de la escena Brooke sigue llorando desconsolada y Gary se va.

Me llamo mucho la atención esta parte, incluso he de confesar, salieron alguna lagrimas por el llanto de Brooke, porque es algo tan cierto.

Una vida en pareja implica muchas cosas, buenas y no tan buenas, pero sigue habiendo una desigualdad invisible entre hombres y mujeres. No se trata de quemarlos en leña verde, pero al menos de hacerlos pensar que no se trata de ser adivino o esperar que cada rato les digan: “hoy hice esto y esto y esto por ti para que me lo agradezcas”, definitivamente no. Se trata de valorar esos detalles, de poner atención a situaciones que pueden ser insignificantes antes sus ojos, pero que para las mujeres son importantes. Dejar de creer que solo los asuntos de ellos son importantes, llámese escuela, trabajo, amigos, familia, etc.

Un ejemplo es cuando te pasa algo muy bueno en tu trabajo o escuela, y por lo que has hecho un gran esfuerzo, cuando lo logras lo primero que quieres hacer es llegar y contárselo a tu pareja, novio, esposo; empiezas a narrarle todo con lujo de detalles, haciendo énfasis en tu logro, de repente el te interrumpe y empieza: “¿Qué crees que me paso hoy? No lo vas a creer… aja, y… acaso no te estaba contando yo primero, acaso me pusiste algo de atención?

Ahora, si les preguntas unos tres o cuatro dias después de que les platicaste, no pueden acordarse de nada o simplemente te dan el avión. Y ahí es donde inicia la decepción y acumular esas decepciones o el empezar a ceder y justificar su falta de atención.

Yo creo que de todo aprendes pero creo que las mujeres aprendemos más rápido que los hombres en este aspecto de cuidar a la pareja, sin embargo, si un hombre se tarda mucho en darse cuenta quizá ya sea muy tarde como en la película. Sin, embargo, como en todo hay sus honrosas excepciones, no lo niego.

Así que no creas que no importa lo que ella te cuente o que es obligación de ella encargase de todo en la relación, y si necesitas una lámpara para ser adivino, más vale que vayas ahorrando para conseguirla.

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