martes, 30 de septiembre de 2014

VALLADOLID, HOY MORELIA


En Morelia hoy es un gran dia, se celebra el natalicio de Jose Maria Morelos y Pavón, tenemos un gran desfile cívico militar además de la verbena popular en el centro histórico. Pero esta vez nuestro blog será educativo.

Hijo del carpintero Manuel Morelos y de Juana Pavón, hija de un maestro de escuela, ambos españoles, nació en la ciudad de Valladolid (hoy Morelia), Michoacán, el 30 de septiembre de 1765. Siendo muy joven murió su padre, por lo que su madre se lo confió a su tío Felipe, quien le enseñó a cultivar la tierra y a conducir una recua de mulas que iba de México a Acapulco con mercancías orientales; como arriero fue que Morelos conoció muy bien los caminos del sur, así como a la gente de las poblaciones por donde pasaba.


Ante la oportunidad de heredar una capellanía (renta mensual si seguía el sacerdocio) fundada por su bisabuelo, y a pesar de que tenía ya 25 años de edad, en 1790 ingresó al Colegio de San Nicolás, en Valladolid, en el que era rector Miguel Hidalgo y Costilla. Después continuó sus estudios en el Seminario Tridentino. Fue ordenado sacerdote el 21 de diciembre de 1797 y nombrado cura interino de la parroquia de Tamácuaro, en el distrito de Churumuco. Cuatro años más tarde, obtuvo por oposición los curatos de Carácuaro y Nocupetaro y Acuyo. Así quedó integrado al bajo clero, es decir, a los curas que servían en los poblados más pobres, sin recursos y con sueldos reducidos, que atendían a los indios, mestizos y demás castas miserables, a los cuales tenían que brindarles alguna esperanza de mejora en esta vida.

Morelos principió su primera campaña con el objetivo de tomar Acapulco en Carácuaro con 25 voluntarios. A partir de este pequeño contingente comenzó a reclutar, entrenar y armar a los hombres más aptos para la guerra, de modo que, dotados de artillería ligera, pudieran desarrollar una gran capacidad de movimiento en terreno de difícil acceso. El éxito en la formación de su ejército le mereció que se le llamara el “Rayo del Sur.

Por otra parte, Morelos contó con el grupo denominado “Los Guadalupes”, quienes a riesgo de perder vida y hacienda, lo apoyaron con información y espionaje, entre quienes se encontraban Leona Vicario, Carlos María Bustamante y Quintana Roo. Así pasó por Churumuco, Coahuayutla, Zacatula, tras lo que logró tomar Petatlán y Tecpan el 7 de noviembre de 1810. En este lugar se le unieron los hermanos Hermenegildo, Fermín y Pablo Galeana junto con sus mayordomos y peones. Con alrededor de 2,000 hombres avanzó sobre Acapulco, sin poder tomarlo, pero sí tomó el poblado muy próximo denominado El Aguacatillo el 12 de noviembre de 1811, desde donde publica el decreto de Hidalgo suprimiendo las castas, la esclavitud, tributos, deudas y monopolios.

Enseguida se apoderó de Chiautla, de donde siguió a Izúcar, donde se le unió Mariano Matamoros, y entró el 24 de diciembre a Cuautla. Al principiar 1812, tomó Taxco. Estos avances y triunfos de Morelos alarmaron al virrey Venegas, quien dispuso que Félix María Calleja, al mando del Ejército del Centro, persiguiera a Morelos. 

De modo que el 19 de febrero de 1812 las fuerzas realistas intentaron tomar por asalto Cuautla, pero fueron rechazadas con numerosas bajas. Entonces Calleja decidió poner sitio a la ciudad, así como bombardearla. La notable defensa que Morelos y los insurgentes hicieron de Cuautla durante 72 días, pese a la sed y el hambre, admiró al propio Calleja cuya tropa doblaba en número a los sitiados. La madrugada del 2 de mayo Morelos ordenó la evacuación de la ciudad, lo que trajo grandes pérdidas a los insurgentes, e incluso el propio Morelos estuvo a punto de ser capturado, si su guardia personal no se hubiera batido hasta la muerte. Durante el sitio murieron cerca de 3,000 hombres entre soldados y civiles; asimismo, se dieron varios hechos heroicos como el 
de Narciso Mendoza, el “Niño Artillero”.

En su tercera campaña, los objetivos eran la ciudad de Oaxaca y otra vez el puerto de Acapulco. En Oaxaca permaneció hasta el 7 de febrero de 1813, cuando inició la marcha sobre el puerto de Acapulco, el que tomó el 19 de agosto después de un prolongado sitio. Con este último hecho cumplió la orden que le dio Hidalgo en 1810, pero además dominó un amplio territorio que incluía la mayor parte de de lo que hoy son los estados de Oaxaca y Guerrero, así como parte de los estados de Veracruz, Puebla, México y Michoacán.

El 13 de septiembre de 1813, en la cúspide de sus logros militares, Morelos estableció en Chilpancingo el Congreso Nacional, llamado Congreso de Anáhuac. Fue entonces cuando presentó un documento llamado “Los sentimientos de la nación”, en el que propone los principios, la forma y medidas de gobierno que había de tener la América libre e independiente de España. Después fue nombrado generalísimo con el tratamiento de Alteza, pero el único título que reclamó Morelos para sí fue el de “Siervo de la Nación”. El Congreso aprobó el 6 de noviembre el Acta Solemne de Declaración de Independencia de América Septentrional, en la que además de declarar independiente a la nación, se establecía para ella un gobierno republicano.

Instalado el Congreso, Morelos decidió salir de Chilpancingo para tomar Valladolid; con las mayores fuerzas que había reunido hasta entonces trabó combate con los realistas en las afueras de esa ciudad el 23 y el 24 de diciembre, pero fue derrotado por Agustín de Iturbide.

En adelante las derrotas se sucedieron una tras otra, Calleja fue recuperando las plazas que ocupaban los insurgentes. Morelos siempre protegió al Congreso aun a costa de su vida. En abril de 1814 se refugiaron en Acapulco, donde, acosados, mataron a 100 españoles, tras lo cual huyeron hacia Petatlán. En el trayecto Morelos ordenó matar a todos los prisioneros.

El Congreso, mientras tanto, se movía por todo Michoacán, perseguido por los realistas. En Apatzingán Morelos se unió a la asamblea, alcanzando a firmar el 22 de octubre de 1814 el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mexicana. La primera Constitución mexicana, inspirada en las de Francia y Estados Unidos, otorgó la soberanía nacional al pueblo, estableció un sistema representativo dividido en los poderes legislativo, judicial y un ejecutivo encomendado a tres personas (Morelos fue nombrado como uno de sus miembros) nombrados mediante elecciones indirectas y desde luego, la religión católica como única.

En julio de 1815 el Congreso expidió dos decretos sobre las banderas y el escudo nacional para dotar a la Nación de símbolos patrios.

De esa forma el 5 de noviembre siguiente, Morelos se vio obligado a presentar batalla en Tezmalaca, en la que fue nuevamente derrotado, y no sólo eso: fue hecho prisionero por Matías Carranco, quien habiendo sido insurgente, lo identifica y le impide huir.

Preso, el 13 de noviembre siguiente, desde Tepecuacuilco, Morelos escribió a su hijo Juan N. Almonte, quien habiendo combatido en el sitio de Cuautla, medio siglo después serviría al emperador Maximiliano: “Morir es nada, cuando por la patria se muere, y yo he cumplido como debo con mi conciencia y como americano. Dios salve a mi patria, cuya esperanza va conmigo a la tumba. Sálvate tú y espero serás de los que contribuyas con los que quedan aun a terminar la obra que el inmortal Hidalgo comenzó. No me resta otra cosa que encargarte que no olvides que soy sacrificado por tan santa causa y que vengarás a los muertos”.

Morelos fue conducido a la cárcel secreta de la Inquisición en la ciudad de México, a donde fue recluido el 22 de noviembre. Ese mismo día comenzó su juicio ante un tribunal mixto con jueces civiles y eclesiásticos. Después fue juzgado, degradado como sacerdote y condenado a cadena perpetua en una misión en el África por el Tribunal del Santo Oficio. Por último, tras intensos interrogatorios, un tribunal militar condenó a Morelos a la pena de muerte.

Temeroso de un amotinamiento popular, el gobierno virreinal ordenó el traslado de Morelos al pueblo de San Cristóbal Ecatepec, en donde el 22 de diciembre de 1815, fue fusilado hincado y por la espalda en la antigua casa de los virreyes. 


La ciudad de Valladolid, a partir de 1828 cambia su nombre al de Morelia.

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