miércoles, 24 de agosto de 2011

AGUJA E HILO EN EL FUTBOL





Cuando hacen los reportajes de los accidentes que ocurren en la cancha de futbol me llama la atención que frágil puede ser una persona a pesar de ser un deportista profesional, es decir, teniendo un entrenamiento y años de fortalecer todo su cuerpo sigue siendo frágil ante una mala caída, un mal apoyo o un golpe no tan fuerte.
Esto viene a cuenta de mis últimas dos experiencias con accidentes futboleros, en los cuales estuve en primera fila para ver la magnitud del daño.
Primera Historia. Cancha de futbol rápido. 20:00 hrs. Comenzaba a llover de manera leve. Fueron llegando cada uno de los jugadores y se iban acomodando en sus posiciones conforme los repartían en los equipos. Nosotros fuimos de los primeros en llegar así que mientras mis “pal” se ocupaban de ponerse tenis, playera y short, yo acomode mi bolsa, mi libro y mi botella de agua y me dispuse a leer cuando el partido se pusiera algo “monótono”.
Todo iba bien, atacaban, corrían, gritaban, se enojaban... iban y venian… de repente vi como el “cruzazulino” trataba de disparar a la porteria y solo abanicó el balón. Lo que vino en seguida no me lo esperaba; vi su cara de enojo porque no pudo hacer la jugada que esperaba, después siguió una cara de dolor y enseguida la de preocupación porque no podía apoyar el pie para salir de la cancha. Para todos era de lo mas “normal” que un jugador saliera de la cancha apenas tocando el piso con el pie lastimado, sin embargo, yo podía ver la cara de sufrimiento que cada paso le provocaba. Al sentarse apenas pudo sacarse el tenis, ya que el pie estaba hinchándose de manera muy rápida, se puso agua, se vendó, se masajeo pero seguía el dolor insistente en el tobillo. Optamos por ir a una farmacia para comprar un ungüento para este tipo de golpes pero después de un rato no había mejora alguna. Uno de los jugadores era medico, en su opinión era una lesión de consideración para que un especialista lo revisara… y así fue, rotura del tendón de Aquiles, es decir, al momento de querer pegarle al balón y solo abanicarlo se le “quedo” el pie y solo giro el tobillo y ahí fue donde se provocó todo esto.
Al día de hoy ya lleva casi mes y medio desde la operación y con dos tipos diferentes de yeso. El primero fue desde el pie hasta la ingle, el más molesto. El segundo fue hasta la rodilla, y hoy seguramente ya le quedara como un botín de yeso. La herida de la operación es de aproximadamente 30 a 40 cm. de largo con cerca de 35 a 40 puntadas.
La primera vez que fui a verlo después de la operación su abuela me contó que ella le había dicho que no fuera a jugar, que estaba lloviendo que sería mejor quedarse en casa, además de que tenía un presentimiento. Y su abuela tuvo razón.
Segunda Historia. Cancha de futbol 7. 7:00 hrs. Es un sábado de vacaciones, muy temprano para estar jugando. De igual manera acomode mi bolsa, mi libro y mi botella de agua y me dispuse a leer cuando el partido se pusiera algo “monótono” (deja vu?). El primer partido lo jugaron en una cancha un poco alejada de mí vista así que mi libro pudo avanzar unas cuantas páginas. Ya para el segundo partido se movieron de cancha y quedaban justo en el lugar perfecto para ver las jugadas de ambos lados.
Estaban haciendo buenas jugadas y anotando goles. Se estaban animando cada uno de los jugadores a sentirse un “Maradona” y llegar hasta la portería para anotar el gol esperado. De repente perdieron el balón y el equipo rival iba con todo contra el portero. El “moreliano” estaba de defensa así que cuando vio un balón largo directo a terminar en la red de su equipo corrió, corrió y corrió para detenerla, sin embargo el no pudo detenerse y termino abrazado del poste, se tiro pero al igual que la mayoría de los jugadores pensamos que era parte del “show”; se le acerco el portero para ver cómo estaba y le dijo que estaba sangrando, así que se puso de pie y se toco la barbilla, por su cara pensé que no le había pasado gran cosa, solo me quede a la expectativa mientras veía que el central le revisaba la herida. “Si esta fuerte el golpe, mejor salte a revisar” eso fue lo que le dijo y comenzó a caminar por la orilla de la cancha. Pasó cerca de donde yo estaba pero aun no veía que fuera un gran golpe, pensé que solo se hubiera “mordido” por dentro de la boca o solo fuera una herida superficial. Fue al baño a lavarse y se acerco a mí para revisarlo.
Tenía abierta la barbilla, estaba divida en tres y seguía sangrando, no pude evitar poner cara de preocupación y comentarle que teníamos que ir a que le dieran unas puntadas, el creía que estaba bromeando, incluso pedía un “curita” para ponérselo en su herida. Así que tome todas las cosas y nos apresuramos a ir al médico. Cuando nos metimos en el coche se reviso en el espejo y por su cara supuse se daba cuenta de la magnitud de su herida.
Seis puntadas en total, además de tomar un antibiótico. Todo el día duro con cara de espanto. Lo bueno es que solo dejara de jugar una semana, lo malo la regañada que le puso su mama cuando le conto, a cuentagotas, supongo para que el regaño fuera de la misma manera.
Lo interesante de las dos historias es que ninguno de los dos tiene considerado renunciar a jugar futbol, es mas esperan ansiosos el día para volver a estar en la cancha. No sé si sea gusto, afición o fanatismo. Pero después de estos dos accidentes futboleros yo pensaría seriamente en el domino.






No hay comentarios:

Publicar un comentario