Mostrar
una actitud madura nada tiene que ver con la edad, pues nos hemos dado cuenta
que existen personas con varios años a cuestas y múltiples experiencias de todo tipo, que cuando se encuentran ante
una situación desfavorable o penosa, no la enfrentan como se supondría la
tendrían que enfrentar debido a su experiencia y madurez. Es más la evitan a
como de lugar.
Tener madurez es ir más allá de lo esperado, es analizar y decidir qué actitud deberemos tomar en determinada situación contraria a nuestros planes en todos los aspectos de nuestra vida.
La madurez no tiene relación con la cultura de la gente, ¿cuántas personas conocemos que se supone tienen un alto nivel educativo y no saben convivir con los demás? No obtuvieron de esos estudios cátedra alguna que les enseñara a controlar su carácter, ni materia que les diera las reglas básicas del buen trato para aplicarlas con quienes viven o trabajan con ellas, y mucho menos, para enfrentar con calma y mediando los problemas que se les presentan.
Y es
verdad, un título universitario, una maestría o un doctorado, no te da derecho
a tratar mal a las personas, ni mucho menos menospreciar su tiempo. Cuantas
veces no vemos en la calle personas de condición humilde y surge la burla o el
menosprecio hacia ellas.
Algunos artículos dicen que la persona muestra su madurez emocional cuando incluye en su personalidad dos características básicas:
1.- Sabe controlar sus emociones: alegría,
tristeza, ira, miedo, por mencionar las más comunes. Controlar cada una de ellas es un reto cotidiano. Un ejemplo
es controlar el enojo cuando nos
ofenden.
Creo que el primer paso para controlar una emoción es ser conscientes de ella, después reconocer lo que estamos sintiendo y su razón de ser. No podemos controlar algo que no tenemos claro, muchas veces sentimos la emoción, pero nos resistimos a analizar sus causas, cuando precisamente ése es el primer paso para lograr nuestro propio control.
Es como
el famoso refrán de “cachetada con guante blanco”, es decir, estas a punto de
enojarte o te enojas y en lugar de reaccionar de mala manera, te controlas,
piensas y respondes de una manera de más inteligente a la ofensa.
2.- Saber
adaptarse, sin conformarse. La
madurez se manifiesta también, cuando a pesar del esfuerzo y el arduo trabajo
que hemos desempeñado, no hemos logrado nuestro objetivo. Las personas
conscientes y maduras, no se desesperan, no se desalientan, por el contrario se adaptan y no se conforman, ponen en
ello su mayor esfuerzo con una actitud positiva, alegre y sin perder la
confianza.
Tenemos
dos caminos para seguir: Nos amargamos la vida y nos derrotamos a nosotros
mismos, o adoptamos la decisión de pasar el trago amargo, seguir adelante, ver
el futuro con optimismo, saber adaptarnos y vivir felices.
No hay que escapar de las experiencias, hay que entenderlas. Por norma general las experiencias hacen más fuertes y enriquecen la vida de las personas pero en un bajo por ciento convierten a una persona en pesimista y depresiva. Cuando ocurren experiencias graves no podemos huir y simplemente llorar, hay que enfrentarse a ellas, entender por qué pasa, intentar entender algo por muy difícil que sea.
En otros artículos asumen
que la madurez afectiva tiene mucho que ver con la propia apreciación que
hacemos de nosotros mismos y de los demás
En la
formación de la personalidad hay que tener en cuenta la influencia de los
padres, de los maestros y la del ambiente en el cual se educan los
jóvenes. Actualmente los chicos
adquieren antes la madurez intelectual debido a que se trabaja más este aspecto
con ellos, pero tardan más en madurar afectivamente. Los profesores, tienden
más a enseñar a “hacer” que
enseñar a “ser”. Esta
metodología influye en el conocimiento, pero no facilita la madurez emocional.
Dos
tendencias fundamentales de la personalidad son moverse y experimentar.
Un claro ejemplo son los jóvenes gringos, cuando es hora de ir a la universidad
es hora de salirse de su casa, empezar a vivir solos y valerse por sí mismo.
Esto no pasa en muchos países latinoamericanos, donde los hijos regularmente
estamos en casa hasta que nos llega el tiempo de casarnos o solo por la
necesidad de tener un mejor empleo en otra ciudad.
La
madurez muchas veces, sobre todo en pareja, es un esfuerzo de día a día. Es
eliminar todo lo egoísta que podemos ser y compartir todo lo bueno que podemos
ofrecer uno al otro. Experiencias, muchas, sobre todo crearlas y vivirlas
juntos.
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