Dicen que los constantes cambios en este mundo en el que
vivimos afectan todos los aspectos de nuestra vida. Desde algo tan necesario
como la tecnología o algo tan complicado como las relaciones. Sin embargo, he notado una tendencia que quizá no “cuadra”
con todo esto.
Hace algunos días, en una serie, estaban los protagonistas
en una cena, no romántica porque ya no son pareja quedaron como amigos. De
repente, se quedan viendo, con ojos de amor eso es innegable, y el le comenta a
ella: me estoy cansando de esta temporada de noviazgos; a lo que ella le
contesta: yo también, te propongo que si en diez años estamos solteros nos
casemos. A el le emociona la idea, se pone a negociar y terminan en solo esperar
dos años.
El acelere de vida que se tiene en estos tiempos es
impresionante, así como el querer hacer todo desechable, incluso las relaciones
personales. Es brincar de brazo en brazo, por no decir de cama en cama, sin
poder llamar novio o pareja a alguien en especial, ya que apenas lo vas
conociendo, salen y en algún bar o antro se ligan a otro u otra. Y entonces,
adiós… y el o la que sigue.
Hasta ahí podríamos considerar un panorama que creíamos
general, pero no.
Afortunadamente, y más frecuente de lo que creía, las
personas jóvenes y no tanto están buscando algo estable. Es cierto que a todos
nos llega esa época de querer probar varias bocas, nadie lo niega, pero también
es cierto que llega un momento que quieres tener a alguien que te apapache cuando
llegas a la casa.
Pero que pasa también con las llamadas relaciones
intermitentes. Las intermitencias consisten en interrumpir el amor y después
volver a darlo.
Tomaremos esto de la intermitencia como separarse
físicamente por semanas o meses ya sea por trabajo o por decisión personal. Y
tengo un ejemplo muy cercano al respecto.
Se supone que los dos trabajan en el mismo lugar, ella en la
parte administrativa y el en la operativa. El es divorciado, ella soltera y muy
guapa.
Empezaron a tratarse, y se dio una “relación”. El único pero
era que por su tipo de trabajo el estaba en la ciudad una semana cada dos
meses, que repartía entre ella y sus hijos. O, de vez en cuando, ella se
animaba a ir con el y aprovechar así un poco el tiempo para estar juntos.
Nos contaba lo cansado que era cuando lo acompañaba, eso sí
conocía lugares, pero eso era todo, no se sabía que tan “feliz” podría ser
teniendo una relación así.
Su grupo de amigos no sabía mucho al respecto solo lo que de
repente se le escapaba a ella decir y una foto que se animo a mostrar, pero
prometió que lo presentaría en la próximo reunión que organizaran. Todo mundo estaba a la expectativa, pero llego la noticia de
que no vendría y ella lo había terminado. Cuando la vieron no podía aguantar
mucho las lagrimas, pero supo que era lo mejor.
No se puede asegurar que el se haya enamorado de ella, pero ella sí estuvo a punto de empezar a
hacer planes para estar con el como pareja. Quizá el tiempo de estar separados
no le permitió a él valorarla; o saber que por solo verse una semana cada dos
meses puede hacerte extrañar mas a esa persona y planear a detalle el poco
tiempo que van a estar juntos. Y, quizá, buscar la manera de acabar con esa
intermitencia para consolidar algo en un mismo lugar.
Dicen que la estaba buscando de nuevo, dicen que le hace
llegar detalles.
El acelere de vida que se tiene en estos tiempos es
impresionante, y los empleos son grandes comedores de tiempo. Pero porque no
detenerse a pensar y planear una vida con esa persona que es especial para ti.
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